Crónica de un encierro. AYLA
Este nombre elegido por Emilio va más allá de ser simplemente el título de una novela. Más allá incluso de simbolizar cualquier fase lunar que se derive de tal nombre. Habla del paso del tiempo como repetición de sentimientos intergeneracionales. Salta de ciudad en ciudad como si quisiera buscarle a la protagonista un cuaderno de bitácora ante su travesía existencial. Busca y encuentra el nexo de unión en un cordón umbilical perpetuo entre una vida que se descuelga y otra que brota. Pasa de las escarpadas cumbres a los horizontes diáfanos para mostrarnos las múltiples opciones que la vida nos ofrece. Paradójica situación que combina magistralmente la pluma del profesor Martínez conjugando pausas reflexivas con tránsitos viajeros. Una novela circular en la que poder encontrar principio en cualquier final no previsto. Una novela para reflexionar sobre el qué y el cuándo porque el con quién es evidente. Leyéndola, disfrutándola, corroboras de nuevo la evidencia de cómo las generaciones se asemejan saltando la que se interpone entre ambas. Una novela que tal y como anticipó Julián, maestro de ceremonias, se ha de releer para exprimir la esencia poco a poco. Descubres detalles que se asoman como se suelen asomar las canas al reflejo de unos ojos que piden relevo y reclaman experiencias. Buenas noches y felices sueños.
TE CUENTO
Enhorabuena por esta novela que recomiendo por la calidad literaria de su contenido y humana de su autor.
Bravo por la crónica tan entrañable de un lector de Enguidanos.
Enhorabuena